El mute, con su mezcla de carne, plátano verde, yuca y maíz, es el reflejo perfecto de la tradición y la identidad santandereana. Recuerdo cómo mi nona pasaba horas en la cocina de leña preparando este exquisito plato, el aroma llenaba cada rincón de la finca, mientras nosotros esperábamos probar el primer plato, que anticipábamos nos transportaría a días de fiesta y celebración.
El cabrito al horno, con su sabor delicado y su textura suave, es otra de las delicias que nos recuerdan los días de la infancia. Recuerdo con cariño como amigos y familia nos reuníamos en torno a una mesa con la suculenta carne de cabrito y la pepitoria; era un festín de sabores que nos deleitaba tanto a adultos como a niños. Sobran razones para que el cabro sea un símbolo de identidad y tradición que nos conecta con nuestras raíces y nos invita a celebrar la riqueza cultural y gastronómica de Santander.
Estos sabores de Santander son mucho más que simples ingredientes; son la esencia misma de nuestra identidad y cultura. Así que, la próxima vez que pruebes un bocado de mute o cabrito al horno, recuerda que estás saboreando no solo la deliciosa comida de Santander, sino también los recuerdos y las emociones de una infancia llena de amor, alegría y tradición.
¡Que viva la comida típica de Santander y los recuerdos que nos brinda!
CLARA INÉS GARCÍA MONSALVE
Periodista La Cultural 100.7 F.M.